domingo, 16 de octubre de 2011

Las riquezas del Vaticano

En el pensamiento colectivo se ha quedado fijado esa idea de que el Vaticano es uno de los Estados más ricos del mundo, a pesar de ser el más pequeño. Uno no sabe de dónde vienen estas acusaciones pues, si se analiza la cuestión en detalle, nos daremos cuenta cómo el presupuesto económico de la Santa Sede es mucho menor al que mueve el fútbol en España. 

El italiano Vittorio Messori ha indicado ya hace años cómo el presupuesto de la Santa Sede era menos de la mitad del que los italianos destinan a pagar a sus diputados y senadores. Ello a pesar de que el Vaticano debe mantener las cuatro basílicas mayores de Roma, las más de ciento cincuenta nunciaturas que posee por todo el mundo, las decenas de Congregaciones y los más de dos mil seiscientos empleados que trabajan al servicio de la Santa Sede. Lejos queda, por tanto, la idea de que el Vaticano maneja cifras exorbitantes hasta el punto de que, con lo que gasta en un año, se podría acabar con el hambre en el Cuerno de África.

Con lo que quizás sí se podría acabar la pobreza en África es invirtiendo el dinero que maneja el fútbol en nuestro país. Casi 2.200 millones de euros de ingresos frente a los 245 millones que entran a la Santa Sede cada año. Sin embargo, es mucho más fácil decir que sea la Iglesia quien venda sus obras de arte a ser yo quien me quede sin partido para salvar a los pobres negritos. Cosa que por el contrario sí hace la Iglesia. Cáritas española, por ejemplo, invirtió más de 247 millones procedentes del bolsillo de los católicos en obras sociales. Así que la vieja idea de que el Vaticano maneja riquezas infinitas debe ser matizada. Es verdad que posee un amplísimo patrimonio; patrimonio que, por otro lado, invierte en miles de puestos de trabajo y que, de venderse, no acabaría con el hambre en África, sino que enriquecería a unas pocas multinacionales en grado de comprarlo, dejando oculta en un museo una obra de arte que hoy es visible a los ojos de todos.

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