lunes, 23 de enero de 2012

Cambia un Grande Hermano por un "gran hermano"

No me puedo resistir a la tentación de subirme al carro de la polémica, aunque lo he pensado en los últimos días, desde que me he enterado de la noticia. El "pobre" Juan Antonio, el cura heavy que entró en Gran Hermano para "trasmitirle a la gente que hay otras formas de vivir", ha sido suspendido a divinis. Es decir, que su "malvada" congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón ha decidido apartarlo temporalmente -según dice el decreto oficial de suspensión- de su ministerio, prohibiéndole celebrar la eucaristía, predicar el evangelio y confesar a los fieles. A él, que lo único que quería era hacer el bien, también dentro de la casa, famosa por sus "actos de fe"... Así es como se está articulando la noticia. 

No podemos argumentar que él es el bueno y la congregación la malvada. Los superiores de la orden ya le habían advertido de las consecuencias que podría acarrear su entrada al programa por suponer un escándalo para los fieles. Y él decidió no obedecer, sabiendo a lo que se exponía. Quizás fue él quien no supo atenerse de las consecuencias y quien de verdad se manifiesta contrario a la fe y peticiones de sus superiores, a quienes prometió en su día obediencia. Quizás es un síntoma y manifestación del amor a su congregación y a la Iglesia. Y de las ganas de Telecinco de ganar audiencia, segura de la polémica que tarde o temprano iba a desatar.

Este sacerdote ya tiene un gran Hermano al que decidió servir en el mismo momento de su ordenación sacerdotal: Jesús de Nazaret. ¿Qué necesidad tiene de ir en busca de otro gran hermano, cuando ya tiene uno al que trasmitir directamente y sin dar escándalo al resto de fieles? Hay muchas formas de anunciar a Jesucristo sin necesidad de pactar con el diablo. Juan Antonio, reflexiona sobre lo que estás haciendo y que tu conducta, aunque con una motivación que puede ser justificable, puede ser causa de escándalo para los hermanos del rebaño que el Señor te ha encomendado. 

domingo, 22 de enero de 2012

El arte se convierte en puntos suspensivos

"¿Qué es el arte? Morirte de frío". El humor fácil de este conocido chiste esta vez se hace realidad. Al menos frío me quedo yo cuando veo que el arte cambia de definición para abandonar la belleza que le es propia y convertirse en un espectáculo obsceno e irreverente. Pues, cuando no sirve para comunicar la belleza no es ya arte. Me refiero al conocido espectáculo de Romeo Castellucci y que no deja de suscitar recelos y polémicas por parte de la comunidad cristiana, incluso de la misma Santa Sede

El espectáculo suscitó ya reacciones de oposición en Francia hace algunos meses, cuando el montaje teatral se presentaba en París y los católicos protestaron en un modo no tanto católico en ciertos aspectos. Ahora el espectáculo llega al teatro Parenti de Milán y los católicos italianos se han puesto en pie de guerra -con razón- ante las provocaciones de este director de escena. Porque a los católicos no nos gusta  que Jesús, que tantas veces ha sido punto de inspiración para realizar verdaderas obras de arte, venga usado ahora como pretexto de un nuevo "tipo de arte" que no es otra cosa sino blasfemia e irreverencia. Pues tirar excrementos al rostro de Jesús -como se hace en este espectáculo- no es sino un gran insulto. 

Es tal el malestar de los católicos italianos que incluso un sacerdote ha puesto en alerta al mismo Santo Padre, quien le ha respondido diciendo -a través de una carta firmada por la Secretaría de Estado- que es lógica la "respuesta firme y compacta" de la comunidad Cristiana delante de semejantes insultos. Pero siempre desde la prudencia. Porque la reacción de los católicos no debería rebajarse hasta el mismo nivel de mezquindad de los atacantes, sin "excesos de ningún tipo, ni siquiera verbales", como bien piden desde la diócesis de Milán. Ahora también "el nuevo arte" se declara en pie de guerra contra los seguidores de Jesús. Ojalá el arte no pierda nunca su genuino modo de comunicar la belleza y que el rostro de Cristo siga siendo referencia del verdadero sentido del arte. 

domingo, 15 de enero de 2012

¿Es pecado censurar?

¿Es pecado censurar? A tenor de las afirmaciones que el periodista Alejandro Rebossio relata en una noticia publicada en El País esta semana, podemos concluir que sí lo es. Sobre todo si quien lo hace es el Vaticano. Y los estereotipos se vuelven a repetir: "el antiguo Tribunal del Santo Oficio manda silenciar una obra sobre sexualidad y sobre la diversidad de las familias". El Vaticano manda callar a los que no piensan como él. 

"Remediar cuanto antes la situación, que es causa de confusión entre los fieles" no creo que sea censurar en el sentido estricto de la palabra. ¿Cómo puede ser posible que una editorial "católica" publique cosas contrarias a la fe católica? Es una advertencia para salvaguardar el nombre "católico" de la identidad editorial. De igual modo que el director de su periódico no le dejaría escribir una noticia alabando las cosas que realiza el Santo Padre porque no va de acuerdo con la identidad de su periódico laicista. La "censura", tal como la entiende este señor, es irrenunciable. 

Todos censuramos cosas en nuestro modo de contar historias. Es más, censuramos unas en pro de contar otras. Yo también, al escribir este post, estoy censurando usar unas palabras u otras; hablar de unos argumentos u otros. Y todo para ser fiel a mi identidad y a la de este blog. Si el cardenal Levada ha pedido a esa editorial que no publique el libro es para salvaguardar la identidad de la editorial, que se dice católica. El periodista nos quiere hacer creer que el Vaticano viaja por doquier censurando y quemando en la hoguera libros que no son de su agrado. Sin embargo, solo lo hace con los que son de su competencia. ¿Acaso está en grado de censurar una película, o de mandar retirar del mercado un libro de Dan Brown? No. El Vaticano solo pide "remediar las situaciones que son causa de confusión entre los fieles" y que son de su competencia, como una editorial católica. Y lo hace no para limitar la libertad de expresión, sino para salvaguardar la fe de los fieles. 

martes, 10 de enero de 2012

2011: el año en que España se olvidó del Papa

En el primer post que escribo en este 2012 no puedo menos que hacer un comentario a los típicos reportajes -bien sean de fotografías, reportajes o análisis- que a final de año se hacen sobre lo que el calendario ha ido marcando como actualidad informativa en los meses pasados. 

Es cierto que las cosas en España han sido muy peculiares y que los medios de comunicación se hayan afanado en ello. Y si a eso añadimos los grandes hechos acontecidos a nivel internacional, la cosa se engrandece: los terremotos de Japón y de Lorca; la crisis económica y la subida del paro, las elecciones autonómicas y generales; las subidas de impuestos, el movimiento 15M, la muerte de Bin Ladem, el cáncer de Chávez, el fin de la lucha armada de ETA, la famosa primavera árabe, Zapatero, Rajoy, Rubalcaba... 2011 ha tenido muchos protagonistas. Pocos medios de comunicación en España -por no decir ninguno- se han acordado de otro de sus protagonistas: el Papa Benedicto. 

Y si los medios de comunicación españoles no quieren hablar de lo que hizo el Papa el año pasado, aquí está nuestro blog para remediarlo. Porque no podemos olvidar que 2011 ha sido también el año en que el Papa Ratzinger visitó nuestro país por tercera vez y disfrutó en él de una Jornada Mundial de la Juventud increíble, que "quedaría siempre hondamente grabada en su mente y su corazón". También ha sido el año en que Benedicto XVI beatificó a su predecesor Juan Pablo II. O el año en que viajó de igual modo a Croacia, Alemania y Benín. En 2011 creó un nuevo Dicasterio para la Nueva Evangelización y convoco para 2012-2013 un Año de la Fe. Sin olvidar la cantidad de discursos, celebraciones eucarísticas, homilías... que forman parte de su trabajo habitual y que quizás no hacen tanto noticia. Un año con un pontificado excelente que tiene el mérito de ser recordado, también, como el resto de grandes acontecimientos que han marcado los meses del ya viejo 2011.