lunes, 24 de octubre de 2011

De papolatrías y papafobias

Desde que el pasado domingo 16 de octubre el Papa Benedicto utilizó en la misa para la nueva evangelización la plataforma que usó Juan Pablo II en los últimos años de su vida, cuando las fuerzas y la enfermedad hacían estrago en él, no se han dejado de suceder comentarios al respecto, tanto para bien o para mal. Leyendo hoy el Vatican Insider he encontrado un artículo de Andrea Tornielli que reprocha un post del vaticanista Aldo María Valli, donde se critica duramente la utilización de esta plataforma móvil por considerar que fomenta la idolatría hacia la figura del Papa. "El pastor es uno que camina a la cabeza y al lado de su rebaño; el pastor no debe ser transportado sobre una camilla, como un príncipe o un faraón", sentencia Valli.  

No es el único. Y no es tampoco la primera vez. Algunos no pueden entender que el Papa quiera ser visto por la gente. Y son precisamente esos, quienes critican una supuesta actitud de "papolatría" en los católicos, los que dejan reflejar en sus sentencias su "papafobia". Son los que quieren dejar de lado la importancia de su primado y su magisterio los que tachan de idolátricos a quienes no piensan como ellos. Lejos de las elucubraciones sobre la salud del Pontífice, el debate que se ha creado sobre el uso del "carrito" -como lo llaman algunos en Italia- no es sino un atajo para volver a criticar a Benedicto y el amor que le tienen los católicos. Y eso, a algunos, les da dolor de tripas.

Yo no veo mal que el Papa se dirija al altar de la basílica de San Pedro subido a esa plataforma. Además así me recuerda a Juan Pablo II. No es la silla gestatoria, a la que muchos quieren equiparar. Ni mucho menos el autobús que llevaba a la selección española a celebrar sus triunfos por las calles de la capital mientras miles de personas aclamaban a su paso. Quizás eso sí que tiene matices de idolatría. Pero como no se trata del Papa, es mejor no criticar ese tipo de celebraciones.

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