domingo, 27 de noviembre de 2011

Benedicto XVI y la seguridad vial

¡Hay que ver hasta dónde llega el deseo de atacar a Benedicto! Puedo entender que se le critique de "carca". Que a algunos no les parezca cercano. Puedo entender que algunos quieran echarle la culpa por ciertos pecados de ciertos clérigos. Pero que critiquen hasta por no llevar el cinturón de seguridad abrochado en el papamóvil... Es el colmo.

Parece una noticia de ciencia ficción, pero es verdad. Y muchos medios de comunicación se han hecho eco de ello. Al alemán Uwe Hilsmann no se le ha ocurrido otra cosa que presentar una denuncia ante la jefatura de tráfico de Alemania porque el Papa Benedicto, en su viaje a Berlín el pasado mes de septiembre, no llevaba el cinturón de seguridad abrochado mientras iba en el papamóvil a cinco kilómentros por hora. Al parecer, Hilsmann puede conseguir -gracias a los consejos de su abogado Johannes Sundermann, apóstata y miembro del partido de izquierdas radical-  que la denuncia llegue a término, pues ha alegado en la misma que Benedicto XVI es alemán y a él compete la ley como a cualquier otro ciudadano germano. 

Sin ánimo de ofender, creo que al tal Uwe Hilsmann se le ha ido la cabeza. No sé por qué tiene tanto afán por meter en pleitos que no vienen a cuento al Papa Ratzinger. Será por seguir polemizando contra el Papa -aunque sea sin venir a cuento- y seguir haciendo ruido en la opinión pública contra su persona. Puestos así, señor Hilsmann, ¿por qué no denuncia a toda la selección española de fútbol cuando va medio bebida encima de un autobús sin siquiera asientos? También podría usted estar al tanto de las próximas cabalgatas de reyes: seguro que a sus majestades se les olvida abrocharse el cinturón, muy ocupados en repartir caramelos a los niños. Señores, seamos serios.

domingo, 20 de noviembre de 2011

El Papa de las puñetas

Sin duda Benedicto XVI no es Juan Pablo II. Son muchos los que han calificado a uno de tradicionalista y al otro de progresista "moderado". Y ese afán por difundir la idea de un Papa retrógrado y preconciliar se está acentuando con el tiempo. Ya vimos hace unos días cómo el uso de la plataforma en las celebraciones papales era considerado por algunos como una involución en la Iglesia. Pero es que esa idea por remarcar la tradición se exagera hasta el extremo y se examina con detalle hasta la "moda papal".

Así lo hace en el diario "El País" Lola Galán quien, dando debida cuenta de las ropas litúrgicas en la historia de la Iglesia, se apresura a hacer ver a sus lectores cómo al obispo de Roma le gusta vestir con puntillas y puñetas "que no se habían visto en el Vaticano en todo el siglo XX", para señalar así cómo Ratzinger no está a la altura de los tiempos modernos. Y precisamente este es su objetivo: "si el Papa utiliza puñetas -adorno de bordados y puntillas en las muñecas de las mangas de una túnica- es para mí un motivo para mandarlo a 'hacer puñetas'".

Es una excusa más para mostrar su rechazo al Papa Benedicto. Porque la liturgia es más que una simple pasarela de moda, como quiere hacer creer. Ratzinger es un amante de la liturgia y, por tanto, desea dar a la misma la belleza y la dignidad que le son propias, buscando los ornamentos que, a su parecer, son los más apropiados. La periodista, sin embargo, quiere llevar el hilo de su discurso a otro punto: el de la posibilidad de ver, dentro de poco, una lujosa tiara de oro y diamantes sobre la cabeza de Ratzinger. Y eso sí que sería todo un notición de "carcomanía" con el que muchos periodistas se frotarían las manos. Las predicciones del futuro no corresponden a los periodistas. Es una artimaña más para desacreditar al Papa liturgista. A estos "acreditados" periodistas que manipulan la información para defender tesis personales sí que me gustaría a mí mandarlos a "hacer puñetas".

jueves, 17 de noviembre de 2011

Cuando el odio se combate con odio

El afán por hacer publicidad no tiene límites. Lejos parece que han quedado las reglas del juego ético entre los comerciantes y anunciantes publicitarios. Si el objetivo es ganar dinero, y este se puede conseguir a toda costa, incluso aplastando la dignidad y la sensibilidad de las personas, entonces Benetton se lleva la palma, como ha demostrado en muchas de sus campañas. También en la última, cuando entra en juego la persona del Papa. 

Creo que a estas alturas todos saben a lo que me refiero: el último cartel propagandístico de la famosa marca de moda Benetton en el que aparecen Benedicto XVI y el imán de El Cairo Ahmed Mohamed el-Tayeb besándose en la boca. El objetivo de los anunciantes era promover una campaña "contra el odio". Y lo hacen precisamente a través del odio y la ofensiva ante el Santo Padre, el imán de El Cairo, ante miles de  fieles católicos y musulmanes y ante una gran parte de la opinión pública que piensa con la cabeza y con el corazón. Sin embargo, el objetivo de la campaña no era ese, sino el conseguir que se hablara de ellos por todos los medios y dar publicidad a una marca, a pesar de dañar su prestigio. Y lo han conseguido. No hay medio de comunicación que no hable de ello. 

También me sorprende los comentarios a este tipo de noticias (por ejemplo elmundo.es o el pais.com, de los que no pongo los links por respeto al Papa, tal como ha pedido su portavoz) que los usuarios suelen dejar y que, cuando uno de los protagonistas es el mismo Papa, suelen ser, por lo general mucho más encendidos. Después del anuncio  de la Secretaría de Estado Vaticana, indicando que emprenderá acciones legales contra los responsables de la campaña y quienes difundan las imágenes, los comentarios se siguen con tonos sorprendentes: "¡Es solo un beso!", "¡ya están los del Vaticano viendo el demonio donde no existe!". Es increíble pensar que el Papa y los católicos no nos podamos defender ante cualquier tipo de difamación o acusación; máxime cuando nos sentimos ofendidos. Creo que la gente nos critica porque sabe que vivimos y respondemos con el amor y el perdón.  Pero también es una cuestión de justicia denunciar lo que no está bien. Yo apoyo la moción del Vaticano.  

domingo, 13 de noviembre de 2011

El Vaticano y la ciencia

Son muchos los que se han encargado de difundir, desde un tergiversado "caso Galileo", el prejuicio de que la Iglesia católica es contraria a los avances de la ciencia, convirtiéndose en un argumento típico de los "anticatólicos". La afirmación es falsa. El Vaticano es quien posee, por ejemplo, el observatorio astronómico más antiguo que existe en el mundo. La Iglesia fue la que, antes que Galileo, se interesó por descubrir el fenómeno de los astros que nos rodean. La Iglesia no se opone a la investigación, siempre y cuando sea coherente con el respeto a la dignidad de la persona.

Es por eso por lo que la noticia de que la Iglesia financia estudios sobre células madre se haya silenciado por los medios de comunicación españoles que sostienen que el Vaticano es hostil al progreso científico. Esta semana se ha desarrollado en Roma un congreso sobre la importancia de la investigación con células madre adultas, que tienen la enorme capacidad potencial de regenerar tejidos enfermos del organismo. Es por eso por lo que la Santa Sede está financiando estudios de este tipo, que se han demostrado mucho más eficaces que el uso de células madre embrionarias, que generan tumores en los pacientes a los que se implantan y no respetan la dignidad del embrión humano. El medicamento AMR-001, creado por la empresa médica norteamericana NeoStem y financiado por el Vaticano, se muestra capaz de regenerar el corazón de un paciente que ha sufrido un infarto a partir de células estaminales.

Queda así manifiesto que la fe no es contraria al progreso científico. El uso de células madre adultas no crea ningún conflicto con el credo católico, por estar en sintonía con el respeto a la dignidad de la persona. La Iglesia no duda por tanto de sumergirse en la carrera científica siempre que la salvaguardia de la dignidad humana quede defendida y puesta al seguro. ¿Dónde está, por tanto, la Iglesia "anticientífica"?

domingo, 6 de noviembre de 2011

Mujer relegada

Hace un año que el Papa Benedicto visitaba nuestro país. Fue durante su segundo viaje apostólico a España, haciendo parada en Santiago de Compostela y en Barcelona. En la ciudad condal celebró la misa de consagración de la nueva Basílica de la Sagrada Familia. El diario "El País" aprovechó la celebración litúrgica para seguir difundiendo uno de esos estereotipos tan comunes en el sentir extranjero al catolicismo: la Iglesia es machista por convicción. La razón, el que unas religiosas se encargaran de limpiar el crisma que el Papa había derramado sobre el altar y de colocar sobre él el mantel y las flores. 

El mismo periódico que quiere hacer creer a sus lectores del machismo de la Iglesia no reparó, sin embargo, en otro acto que para mí sí fue significativo. A pesar de que el Código de Derecho Canónico dice lo contrario (cf. can. 230,1) el Papa entregó, en la misma celebración, el leccionario a una mujer. Fue en el momento de la inauguración del nuevo ambón, cuando se leyó la palabra de Dios por primera vez en la basílica desde él. Después de pronunciar la oración -"resuene siempre en esta casa la palabra de Dios, para que conozcáis el misterio de Cristo y se realice vuestra salvación dentro de la Iglesia- el Papa confió la recitación de la primera lectura a una mujer, a pesar de que son los hombres los que ejercitan este ministerio. Pero ese "pequeño detalle" no serviría para mantener la tesis de "El País".

¿Cómo no van a ser importantes las mujeres en la Iglesia? Y no lo son porque saben planchar manteles y decorar iglesias, sino porque sin ellas la Iglesia perdería una de sus mayores riquezas espirituales. La Iglesia no es machista. Si no, ¿de qué iba a canonizar a tantas mujeres como ejemplo de vida cristiana? ¿O de qué iba a aceptar tantos carismas y estilos de vida inspirados por el Espíritu en tantas mujeres? Perdonen, señores de "El País": las mujeres sí cuentan. Y mucho. Otra cosa es cómo se quiera ver.