domingo, 6 de noviembre de 2011

Mujer relegada

Hace un año que el Papa Benedicto visitaba nuestro país. Fue durante su segundo viaje apostólico a España, haciendo parada en Santiago de Compostela y en Barcelona. En la ciudad condal celebró la misa de consagración de la nueva Basílica de la Sagrada Familia. El diario "El País" aprovechó la celebración litúrgica para seguir difundiendo uno de esos estereotipos tan comunes en el sentir extranjero al catolicismo: la Iglesia es machista por convicción. La razón, el que unas religiosas se encargaran de limpiar el crisma que el Papa había derramado sobre el altar y de colocar sobre él el mantel y las flores. 

El mismo periódico que quiere hacer creer a sus lectores del machismo de la Iglesia no reparó, sin embargo, en otro acto que para mí sí fue significativo. A pesar de que el Código de Derecho Canónico dice lo contrario (cf. can. 230,1) el Papa entregó, en la misma celebración, el leccionario a una mujer. Fue en el momento de la inauguración del nuevo ambón, cuando se leyó la palabra de Dios por primera vez en la basílica desde él. Después de pronunciar la oración -"resuene siempre en esta casa la palabra de Dios, para que conozcáis el misterio de Cristo y se realice vuestra salvación dentro de la Iglesia- el Papa confió la recitación de la primera lectura a una mujer, a pesar de que son los hombres los que ejercitan este ministerio. Pero ese "pequeño detalle" no serviría para mantener la tesis de "El País".

¿Cómo no van a ser importantes las mujeres en la Iglesia? Y no lo son porque saben planchar manteles y decorar iglesias, sino porque sin ellas la Iglesia perdería una de sus mayores riquezas espirituales. La Iglesia no es machista. Si no, ¿de qué iba a canonizar a tantas mujeres como ejemplo de vida cristiana? ¿O de qué iba a aceptar tantos carismas y estilos de vida inspirados por el Espíritu en tantas mujeres? Perdonen, señores de "El País": las mujeres sí cuentan. Y mucho. Otra cosa es cómo se quiera ver.

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