jueves, 17 de noviembre de 2011

Cuando el odio se combate con odio

El afán por hacer publicidad no tiene límites. Lejos parece que han quedado las reglas del juego ético entre los comerciantes y anunciantes publicitarios. Si el objetivo es ganar dinero, y este se puede conseguir a toda costa, incluso aplastando la dignidad y la sensibilidad de las personas, entonces Benetton se lleva la palma, como ha demostrado en muchas de sus campañas. También en la última, cuando entra en juego la persona del Papa. 

Creo que a estas alturas todos saben a lo que me refiero: el último cartel propagandístico de la famosa marca de moda Benetton en el que aparecen Benedicto XVI y el imán de El Cairo Ahmed Mohamed el-Tayeb besándose en la boca. El objetivo de los anunciantes era promover una campaña "contra el odio". Y lo hacen precisamente a través del odio y la ofensiva ante el Santo Padre, el imán de El Cairo, ante miles de  fieles católicos y musulmanes y ante una gran parte de la opinión pública que piensa con la cabeza y con el corazón. Sin embargo, el objetivo de la campaña no era ese, sino el conseguir que se hablara de ellos por todos los medios y dar publicidad a una marca, a pesar de dañar su prestigio. Y lo han conseguido. No hay medio de comunicación que no hable de ello. 

También me sorprende los comentarios a este tipo de noticias (por ejemplo elmundo.es o el pais.com, de los que no pongo los links por respeto al Papa, tal como ha pedido su portavoz) que los usuarios suelen dejar y que, cuando uno de los protagonistas es el mismo Papa, suelen ser, por lo general mucho más encendidos. Después del anuncio  de la Secretaría de Estado Vaticana, indicando que emprenderá acciones legales contra los responsables de la campaña y quienes difundan las imágenes, los comentarios se siguen con tonos sorprendentes: "¡Es solo un beso!", "¡ya están los del Vaticano viendo el demonio donde no existe!". Es increíble pensar que el Papa y los católicos no nos podamos defender ante cualquier tipo de difamación o acusación; máxime cuando nos sentimos ofendidos. Creo que la gente nos critica porque sabe que vivimos y respondemos con el amor y el perdón.  Pero también es una cuestión de justicia denunciar lo que no está bien. Yo apoyo la moción del Vaticano.  

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