miércoles, 21 de noviembre de 2012

Mulas, bueyes y otros animales

¡Vaya la que ha liado el Papa! ¿No ha tenido otra ocurrencia? Ahora nos obliga a acabar con la tradición de poner en el belén la mula y el buey. Así están dando la voz de alarma algunos medios de comunicación. Algunos de esos medios de información en la que la cultura religiosa brilla por su ausencia. 


Me atrevo a decir que pocos periodistas -por no decir ninguno-, antes de dar esta "bomba" de noticia, han leído la biblia en su vida. Porque si lo hubieran hecho alguna vez se habrían dado cuenta de que en los evangelios nada se nos dice de si en aquel establo de Belén había mulas, bueyes, caballos, gallinas o cerdos. Y es eso, precisamente, lo que ha dicho Joseph Ratzinger en su último libro sobre Jesús de Nazaret "La infancia de Jesús". Y nada de imposiciones a quitar estas figurillas tradicionales de nuestros belenes. 

Y es que, el belén, es eso: una representación de cómo podría haber sido aquella primera noche de Navidad. Y no una reconstrucción científica de lo que pasó, según la biblia nos lo cuenta. Porque, que me digan a mí: ¿dónde se dice que el río de Belén era de papel de plata? ¿O que, por tripas, hubo una lavandera y un pescador frente a ella? ¿O un puente por el que tienen que pasar los reyes magos? ¿O que nevara harina en la Palestina de aquella época? Por no decir que en ningún sitio he visto escrito que haya que poner en un rincón una horrible figura -tengo que decirlo, no me gusta nada- de un cagón enseñando el culo.

El belén de nuestros hogares es una tradición en la que hemos ido colocando elementos que nos ayuden a recrear la escena en la que los hombres empezaron a gustar la salvación. San Francisco de Asís, el primero que "fabricó" un belén, lo hizo con mula y buey. En muchos pueblos de Burgos las figurillas visten con traje castellano. Y en mi casa, los pastores tienen una lucecita roja que parpadea. Algunos periodistas siguen pensando que todo eso es palabra revelada, escrita y trasmitida en los evangelios. Me da a mi pensar que la mula y el buey huyeron del belén... para habitar en las redacciones de ciertos telediarios.