lunes, 28 de mayo de 2012

De libertad de expresión y otros pecados

Twitteando esta mañana me ha sorprendido ver que, entre los diez trending topics del momento, se encontraba la palabra "Cristo". Como os podéis imaginar, me ha faltado tiempo para pulsar el enlace. Cuando se ha abierto la pagina, no he encontrado testimonios de cristianos, ni jaculatorias, ni oraciones piadosas, sino un diálogo feroz por un juicio a una persona que hace años había cocinado en la televisión la imagen de un Cristo crucificado. 

Inmediatamente me he puesto a investigar. Desde Roma no tenía noticia alguna sobre ello. ABC me ha dado la pista: Javier Krahe será juzgado, a petición del centro jurídico Tomás Moro, por un presunto delito contra los sentimientos religiosos por un vídeo emitido por Canal Plus en el que, metido en el papel de cocinero, este ex compañero de Joaquín Sabina cocinaba un crucifijo, condimentándolo "con tocino y mantequilla". Lo que no entiendo es cómo el diálogo generado en Twitter pretendía defender la "libertad de expresión" de este hombre. Esos voceadores que lo único que pretenden es desacreditar a la Iglesia -sea por el motivo que sea- se contradicen a sí mismos. Sí, porque a cocinar un crucifijo lo llaman "libertad de expresión" y no "atentado contra los sentimientos religiosos". Pero las famosas declaraciones del obispo de Alcalá -sobre las que tanto habla El País- no son "libertad de expresión": esas sí que son una verdadera "provocación al odio, la violencia y la discriminación" a los gays.

Me temo que estamos metidos en un diálogo de besugos. Que el "derecho a la libertad de expresión" se manipula a nuestro antojo. Hoy todo el mundo puede ser juzgado por cualquier cosa y declarar que tiene "libertad de expresar su propia opinión". Pero libertad de expresión no significa poder decir "lo que me da la gana". Hay que hacerlo siempre respetando el otro, y sin faltar a la verdad. Y decir que el vídeo del señor Krahe no es un atentado contra los sentimientos religiosos creo que es una falacia como un templo. Decir que las declaraciones de Plá "incitan al odio" me parece, cuanto menos, descabellado. Pero tendré que ser muy cauto al hacer cualquier tipo de declaración sobre homosexuales. De todas formas, si ellos se ofenden por mis palabras, siempre me podré defender: me acojo a mi "libertad de expresión". 

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