
Hablar del tema no es fácil. Sobre todo porque se ha actuado tarde. Para las víctimas siempre es tarde. Los mejor hubiera sido evitar el problema antes de que sucediera. Pero la atención a las víctimas y el deseo por acabar con el problema está llevando a la Iglesia a celebrar en Roma durante esta semana un congreso especial para tratar del asunto, organizado por la Pontificia Universidad Gregoriana. Cosa que es aplaudida incluso por la prensa: el Papa afronta con coraje el problema y desenmascara a los culpables. Bajo el lema "curación y renovación", a la cita acuden numerosos superiores de órdenes religiosas, obispos y representantes de más de cien Conferencias Episcopales con un único objetivo: aprender de los errores y erradicarlos para que no vuelvan a suceder en el futuro.
La atención a las víctimas estará presente en el simposio de modo particular. Sobre todo porque serán ellas quienes narren a los obispos sus horrendas vivencias para denunciar lo experimentado y pedir que se actúe haciendo justicia. Los ponentes intentarán abrir un diálogo de debate para plantear soluciones que lleven a acabar con el problema y a pedir públicamente perdón por los pecados cometidos. Incluso habrá tiempo para una vigilia penitencial. Todo ello para hacer una Iglesia más creíble y fiel a su identidad. Una Iglesia que se corresponda con su misión y fidelidad al mensaje de Jesús. Una Iglesia donde el mal no exista dentro. Ojalá la lacra acabe cuanto antes.
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