domingo, 4 de marzo de 2012

Error IBI est

Algunos pensarán que les tengo manía porque critico mucho su modo de hacer periodismo. Pero no puedo no hacerlo. Su modo de presentar la información eclesial dista mucho de considerarse verdadero periodismo. Me refiero al diario Público. A pesar de que prescinden por falta de dinero de su edición impresa, están decididos a continuar su peculiar guerra antieclesial en internet. Esta semana, sobre el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) del que la Iglesia católica parece librarse cual privilegiada sin igual. 

Los señores de Público aseguran que en España la Iglesia está en una situación de privilegio y que el Estado debería plantearse pedirle el IBI al igual que ha hecho Mario Monti para la Iglesia italiana, pues, afirman, son casos homólogos. El problema es que se equivocan. La situación española dista mucho de parecerse a la italiana. Basta con dar un paseo por Roma. Son muchas las instituciones eclesiales que tienen organizado una especie de negocio: conventos de monjas ofrecen sus habitaciones a los turistas y peregrinos que llegan a la ciudad; otras instituciones tienen creadas verdaderas empresas editoras de libros y periódicos; algunas otras organizan viajes por la ciudad. Incluso he sabido que algunas parroquias son propietarias de cines comerciales. Me parece lógico que esas instituciones, a pesar de ser eclesiales, deban pagar un impuesto por los ingresos que generan. 

Pero nada similar ocurre en España. La Iglesia española no paga el IBI al igual que no lo hacen otras instituciones sin ánimo de lucro, ONGs, patronatos y otras instituciones de servicio social sin ganancia económica. La Iglesia no debe estar en situación de privilegio, pero tampoco exigirle algo que no se le pide a sus verdaderos homólogos españoles. Es decir, que puede pagar impuestos por algunos de sus servicios -uno o dos pequeños museos diocesanos- pero no como la pardilla de turno. Lo que se exija a la Iglesia deberá hacerse a los otros. Público ha demostrado una vez más su modo de manipular la verdad. El error está en su modo de informar. De ahí que haya decidido jugar hoy con una sentencia latina: "Error IBI est", el error está ahí.

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